sábado, 24 de outubro de 2009

La travesía de Robinson Crusoe

De tanto jugar a Robinson Crusoe su propia vida se convirtió en naufragio, recluído en aquella isla interior donde trataba de dar respuestas a un incierto día a día.
En esa travesía personal descubrió que
el viento, el mismo que ayuda a volar lejos, puede estrellarte contra el acantilado si no aprendes a sentirlo de forma plena
la tierra, al igual que entrega sus frutos también los reclama
el agua, aunque puede ahogar, calma la sed cuando más se necesita
y
el fuego, fuente de vida y refugio, en ocasiones convierte todo lo que le rodea en cenizas, de las cuales poder resurgir.
Se sintió reconfortado por estas enseñanzas y percibió que la búsqueda no había hecho más que comenzar.
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Gracias, HGCortes amigo, por tu fotografía.
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