La travesía de Robinson Crusoe
De tanto jugar a Robinson Crusoe
su propia vida se convirtió en naufragio,
recluído en aquella isla interior
donde trataba de dar respuestas a un incierto día a día.
En esa travesía personal descubrió que
el viento,
el mismo que ayuda a volar lejos, puede estrellarte contra el acantilado si no aprendes a sentirlo de forma plena
la tierra,
al igual que entrega sus frutos también los reclama
el agua,
aunque puede ahogar, calma la sed cuando más se necesita
y
el fuego, fuente de vida y refugio, en ocasiones convierte todo lo que le rodea en cenizas, de las cuales poder resurgir.
Se sintió reconfortado por estas enseñanzas y percibió que la búsqueda no había hecho más que comenzar.
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Gracias, HGCortes amigo, por tu fotografía.
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